Los Doce Años de Balaguer


El mandato de Joaquín Balaguer, de acuerdo con sus auspiciadores norteamericanos, tenía como primera meta la desarticulación y destrucción de los grupos populares que habían participado en la Revolución de Abril del 65. Para ello utilizó tanto al ejército como a un grupo paramilitar de matones profesionales llamado “La Banda”, a los que calificaba en sus discursos de “fuerzas incontrolables”. Se estima que más de 3,000 dominicanos fueron asesinados sólo entre 1966 y 1974. Al entregar la presidencia en 1978, Balaguer había exterminado a la juventud más prometedora y de ideas más avanzadas con que contaba la nación.


Inversión extranjera. En el curso de su gobierno, extendido mediante represión y fraudes electorales a tres períodos constitucionales, Balaguer favoreció la inversión extranjera de capital estadounidense. De esta suerte, de 155 millones de dólares que habían invertidos en el país en 1965, se pasó a casi 600 millones de dólares en inversiones norteamericanas en 1977, las cuales abarcaban las áreas de las finanzas, las comunicaciones, el sector azucarero, el sector minero, turismo, zonas francas, etcétera. Entre las empresas que se instalaron o que ampliaron sus inversiones durante esa época se encuentran la firma canadiense-norteamericana Falconbridge Dominicana, dedicada a la explotación de ferroníquel; Rosario Dominicana, empresa norteamericana para la explotación del oro; Shell, Nestlé, Gulf & Western y Philip Morris.

Ayuda económica y endeudamiento externo. Un total 122 millones de dólares fueron erogados por los Estados Unidos entre abril de 1965 y junio de 1966, a fin de evitar la paralización económica total del país. Esta suma aumentó a 133 millones de dólares anuales durante los tres años siguientes, mientras que de junio de 1969 a junio de 1973, la ayuda promedió unos 78 millones por año. Estos fondos fueron suministrados a través de donaciones y préstamos a largo plazo negociados vía la AID de los Estados Unidos. Además, el gobierno balaguerista garantizó la entrada de importantes cantidades de divisas gracias a la cuota azucarera dominicana en el mercado norteamericano.

Obras de infraestructura. La inversión pública de los doce años estuvo dirigida en su mayor parte a la construcción de obras públicas: puertos, carreteras, acueductos, calles, escuelas, centros culturales, instalaciones deportivas, caminos vecinales, presas hidroeléctricas, etcétera. Las ciudades de Santo Domingo y Santiago concentraron el grueso de las obras, si bien también los demás poblados crecieron y se modernizaron.

Crecimiento económico y desigualdad social. El flujo de inversión y ayuda económica proveniente en inmensa medida de los Estados Unidos contribuyó a dinamizar la economía nacional, haciendo que República Dominicana gozara de una de las tasas de crecimiento macroeconómico más altas de América Latina. Sin embargo, los beneficios se concentraron en la pequeña burguesía local que se consolidaba unida a los intereses extranjeros. Así, desde 1972 la tasa anual de inflación era de un 15%, el poder adquisitivo del peso descendió en un 26%, el índice de desempleo ascendió a más del 20%, el de subempleo superó el 60% y se congelaron los salarios.

Corrupción gubernamental. Otra de las fuentes de riqueza desproporcionada que tuvo la pequeña élite nacional favorecida por el gobierno balaguerista fue la administración pública. Entre los funcionarios públicos, un sinnúmero de operaciones ilegales y actos dolosos adquirieron carácter generalizado y de normalidad: sobornos, contrabandos, cobro de comisiones, extorsión de empresarios, exoneraciones de impuestos se hicieron parte del día a día. Ante la imposibilidad de negar lo que resultaba demasiado evidente, Balaguer se atrevió a afirmar que la corrupción “se detenía en la puerta de su despacho”.
Entrega del poder en 1978. En las elecciones de 1978 compiten el doctor Joaquín Balaguer con su Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), y Antonio Guzmán Fernández por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), organización política que había sufrido en 1973 la renuncia de su líder y creador, el profesor Juan Bosch, quien inmediatamente fundó el Partido de la Liberación Dominicana.

La victoria abrumadora del PRD no es en principio aceptada por el Dr. Joaquín Balaguer, quien ordena el asalto militar de la Junta Central Electoral, interrumpe el conteo y confisca y destruye urnas de votos. Es necesaria la presión ejercida por los Estados Unidos de Jimmy Carter que se niega a aceptar un gobierno que no cuente con el voto de la mayoría. Empero, mediante la falsificación de los resultados electorales de modo que dieran mayoría senatorial y una amplia participación en la Cámara de Diputados al Partido Reformista, Balaguer se asegura el control del Senado y, con éste, del Poder Judicial (los jueces eran nombrados por el Senado).

De esta forma se protege a sí mismo y a los miembros de su partido contra un eventual sometimiento judicial por cualquiera de los múltiples casos de crímenes o corrupción que se dieron en su prolongado mandato presidencial, y garantiza una importantísima cuota de poder mientras está fuera de la presidencia, a la cual regresaría por diez años más, desde 1986 hasta 1996.
Joaquín Balaguer, uno de los funcionarios e intelectuales fundamentales de la dictadura trujillista, figura central de los 18 años posteriores a la tiranía, también dominaría la vida política nacional durante la débil “democracia” electoral que se instaura en el período que va desde 1979 hasta principios del siglo XXI.