Al llegar a la casa de la Cigüeña, la Zorra ansiosa por comer esperaba, hasta que de pronto, la Cigüeña trajo la exquisita comida dentro de un largo y alto jarro de cristal, de panza ancha y boca estrecha. La Zorra confundida, intento de muchas maneras meter su hocico y lengua a la boca del jarro, pero no llegaba a la comida. Sus ganas de comer se hacían aun más enormes cuando la Cigüeña degustaba maravillada su comida. En ese momento, la Zorra hambrienta, deseaba mucho tener un pico tan largo como la Cigüeña, y así poder degustar de la apetitosa comida. Pasado un buen rato, y sin poder llegar a la comida, la Zorra ya muy rendida, renunció a aquella apetitosa comida. Se despidió de la Cigueña y se marchó pensando en la mala acción que hizo anteriormente, y el castigo bien merecido que tuvo, por no ser considerada con su amiga Cigüeña.
Moraleja No hagas a los demás lo que no quieres que ellos te hagan a ti.