Uno de las características más llamativas del atuendo
carnavalesco lo constituye la máscara, típica mente de gran tamaño y con enormes
cuernos, representando demonios y/o animales.
De singular importancia en la celebración de los festejos
en las calles es la vejiga de vaca, tradicionalmente curada con limón, cenizas
y sal. Modernamente las vejigas son reforzadas con material plástico en su
interior y cubiertas con tela para protegerlas. Secas e infladas, sirven para
asestar ruidosos golpes en los espectadores y otros demonios. Si bien estos
golpes pueden causar dolor, por la naturaleza misma del instrumento usado para
golpear, infringen daños mínimos duraderos en quien los recibe.
Existe también en algunas zonas, como Santo Domingo, la
costumbre de algunos de disfrazarse de "indios",
con el torso al desnudo y de pantalones un atuendo de hierba y matas, así como
otros embadurnan su cuerpo con betún negro y deambular con el torso y las
piernas tiznadas al desnudo.
Estos atuendos en particular y otras variantes tienen una
clara raíz africana, siendo bastante similares a algunas de las vestimentas
rituales y de celebración usadas por tribus africanas, miembros de las cuales
presumiblemente fueron traídos a la isla como esclavos en tiempos de la
colonia.