Más del noventa por ciento de la energía mundial se
produce a partir del carbón, el petróleo y el gas natural,
precisamente las tres fuentes de energía que están a punto de agotarse.
La mayor parte de estas fuentes energéticas se usan como combustible para el transporte y la calefacción, el resto se usa para convertir agua en vapor, que se hace pasar por una turbina, que hace girar una dinamo para producir electricidad.
Del resto de la energía que se consume en el mundo,
la mitad se produce a partir de plantas nucleares, (que calientan agua
para convertirla en vapor que... etc) que tras demostrar en varias
ocasiones lo peligrosas que pueden resultar para la humanidad, hoy en día se
están desmantelando en muchos países del mundo.
Otra cantidad importante es producida a partir
de presas hidroeléctricas, y sorprendentemente esta resulta ser una de las
fuentes de energía más eficientes, ya que más del noventa y cinco por ciento de
la energía cinética del agua durante su caída se convierte en electricidad. (Es
lógico, porque mueven una turbina sin necesidad de calentar el agua ni
convertirla en vapor).
Por desgracia hay muy pocos países que tengan ríos suficientes para autoabastecerse de energía, y aunque una presa no contamina, requiere unas instalaciones costosas y destruye el ecosistema del río allí donde se instala. (Simplemente pensemos en los peces marinos que desovan en los ríos. Con una presa en su camino no podrían ir a desovar a donde sus antepasados han desovado desde hace millones de años).
Por desgracia hay muy pocos países que tengan ríos suficientes para autoabastecerse de energía, y aunque una presa no contamina, requiere unas instalaciones costosas y destruye el ecosistema del río allí donde se instala. (Simplemente pensemos en los peces marinos que desovan en los ríos. Con una presa en su camino no podrían ir a desovar a donde sus antepasados han desovado desde hace millones de años).
Vista la situación, es lógico que cada vez haya más
investigaciones acerca de fuentes de energía alternativa.
Y estas investigaciones se extienden como una rosa
de los vientos en todas direcciones, buscando una fuente abundante que pueda
abastecer de energía barata a toda la humanidad antes de que se agoten las
actuales.
Las centrales geotérmicas intentan
aprovechar las altas temperaturas del interior de la Tierra para convertir agua
en vapor.
Una central eólica instala molinos de
viento en la cima de montañas o en extensas llanuras, no para moler trigo ni
para sacar agua de un pozo, sino para mover directamente una turbina, con lo
que resulta ser otra fuente energética bastante limpia.
Se han ensayado centrales que separarían una extensa
laguna del mar, para que al subir o al bajar la marea la laguna se alimente o
desagüe por un estrecho canal moviendo una turbina.
Hemos dejado para el final dos formas de energía
basadas en el Sol.
La energía termosolar consiste en reflejar
la luz solar mediante espejos hacia un horno donde se hace hervir el agua en
una tubería. El gas al expandirse hace mover una turbina produciendo
electricidad.
En una versión doméstica se hace circular agua por el interior de un radiador plano pintado de negro y cubierto con un cristal. El agua del interior de la tubería puede calentarse hasta más de sesenta grados, tal como un coche en el hipermercado, y es almacenada en un termo para disponer de agua caliente sin consumir energía.
En una versión doméstica se hace circular agua por el interior de un radiador plano pintado de negro y cubierto con un cristal. El agua del interior de la tubería puede calentarse hasta más de sesenta grados, tal como un coche en el hipermercado, y es almacenada en un termo para disponer de agua caliente sin consumir energía.
La energía fotovoltaica consiste en
convertir directamente la luz del Sol en corriente eléctrica. Para ello se usan
capas superpuestas de silicio con distintas concentraciones de impurezas que,
al capturar fotones de luz solar producen cargas eléctricas que hacen circular
los electrones.
Todos estas centrales han dado un resultado más o
menos desigual. Todas son caras, requieren un mantenimiento caro y gran
extensión de terreno.
La eficiencia de cada tipo de central es muy
variable, ya hemos dicho que la más eficiente es la hidroeléctrica. La nuclear
en cambio apenas llega a un cinco por ciento de eficiencia. Por cada kW que
envía a la red eléctrica, veinte se pierden convertidos en calor.
Más eficientes resultan la energía eólica, la
termosolar y la fotovoltaica, pero con dos inconvenientes: En los tres casos
hacen falta instalaciones muy extensas y en los tres casos se depende de los
caprichos del clima.