La apreciación del arte de las Civilizaciones de la Antigüedad y en la cultura taina


Otra equivocación corriente es la de confundir el arte con la arqueología. La veneración hacia la antigüedad es uno de los rasgos mejores del carácter humano y está muy bien que sea cultivado largamente. Los maestros antiguos son merecidamente honrados, porque abren un sendero hacia la iluminación futura.


 El mero hecho de que hayan pasado sin merma siglos de crítica y hayan llegado hasta nosotros cubiertos de gloria merece nuestro respeto. Pero seríamos tontos si evaluáramos sus logros basándonos simplemente en su edad. y sin embargo, permitimos que nuestra simpatía histórica pase por encima de nuestra discriminación estética. Ofrecemos flores de aprobación cuando el artista ya está sin problemas en la tumba. 
El siglo XIX, preñado por la teoría de la evolución, nos ha creado el hábito de perder de vista al individuo entre las especies. Un coleccionista está ansioso por adquirir especímenes que ilustren un período o una escuela y olvida que sólo una obra maestra nos puede mostrar mucho más que cualquier número de productos mediocres de una escuela o período dado. Clasificamos demasiado y disfrutamos muy poco. El sacrificio del esteta al método científico de exhibición ha sido la ruina de muchos museos.

El arte de los taínos, conceptual y a la vez, utilitario, refleja antes de nada, su visión mágico-religiosa del mundo. Sus obras de arte están representadas por una vasta gama de objetos de uso personal y doméstico, y, en particular, por un rico repertorio ceremonial. La variedad y cantidad de estos objetos, trabajosamente elaborados (recordemos que no disponían de instrumentos metálicos) en los más diversos materiales obtenibles en su ambiente o derivados de su comercio, constituyen la muestra más fehaciente de su innata inclinación artística.

Las formas abstractas, naturalistas o estilizadas de estos objetos eran tradicionales y estereotipadas, por lo cual podemos distinguir verdaderas series de objetos similares en las diversas islas habitadas por los taínos o en aquellas a las que llegaba su comercio. Esta producción representa una arte conceptual al servicio de la sociedad taína a la vez que refleja una fuerte voluntad artística y una decidida intención mágico-religiosa. En algunas ocasiones los taínos se veían obligados a alterar las formas convencionales para adaptarlas al material o campo decorativo disponible, lo que hacían verdadera habilidad y sentido estético.
El arte taíno logra sus más bellas expresiones plásticas en el medio escultórico. Con el propósito de lograr su objetivo artístico, los taínos utilizaron las duras piedras como el granito, la diorita, el basalto y otras más fáciles de tallar como el mármol y la serpentina. En muchos casos el color de la piedra, las vetas de la misma y el pulimento que lograba darle facilitaba y enriquecía la obra artística.