EDAD MEDIA
Sólo a
partir del siglo XIII y en un sentido exclusivamente geográfico es posible
hablar de literatura española escrita. Hasta este período, se supone la coexistencia de
una poesía de transmisión oral en lengua romance, tanto lírica como épica, junto a unos usos escriturales cultos cuya lengua
de expresión y transmisión era el latín.
Hasta la
década de 1950 fue habitual
considerar que el comienzo de la literatura española se daba con una
obra épica: el Cantar de Mio Cid (siglo XII), obra que era transmitida generalmente de
forma oral por los juglares. La historiografía literaria no tuvo en cuenta datos proporcionados por
crónicas anteriores a la definitiva fijación textual de dicho cantar de gesta.
Fuente: Mitareahoy.blogspot.com
Los géneros de ficción
La composición literaria en lengua castellana (y, en general, en lengua romance) se hizo en sus comienzos en verso. Dos son las razones principales de ese hecho: por un lado, su carácter de literatura oral-popular (lo que implicaba su recitado con frecuente acompañamiento musical); por otro, que la escritura en prosa exigía una tradición en el uso del castellano (sobre todo para la consolidación de su sintaxis) que, dado el dominio culto del latín hasta bien avanzada la Edad Media, no pudo darse hasta el siglo xiii, cuando Alfonso X, el Sabio, decidió hacer del castellano una lengua de uso común tanto para los asuntos de la administración del reino, como para la composición de sus obras historiográficas y de otros tipos.
Así, pues, los primeros géneros que hay que considerar son la lírica tradicional y la poesía épica (cantares de gesta y romances), que, habiéndose recogido por escrito a partir del siglo xiii, serían testimonios de composiciones orales anteriores en el tiempo; ambos géneros conforman lo que se denomina la literatura del mester de juglaría, esto es, literatura compuesta para ser recitada. Además, hay que contar con el primitivo teatro castellano.
Este teatro parece remontarse al siglo xi, en forma de representaciones relacionadas con temas religiosos. Así ocurre con el primer texto teatral en castellano, la Representación de los Reyes Magos, cuya única copia data de los años de tránsito entre el siglo xii y xiii, y que, por la lengua, puede datarse a mediados del xii. Posteriormente, y hasta La Celestina (cuya adscripción al género teatral es discutible) los ejemplos de teatro en castellano son siempre indirectos, a través de referencias en otras obras.
Dentro ya de los géneros escritos, dado que la lengua de prestigio para la lírica culta (o cortesana) durante la Edad Media fue el gallego-portugués, la lírica culta en castellano no empezó a cultivarse hasta mediados del siglo xiv, apareciendo su figura más relevante, Jorge Manrique, en el siglo xv.
SIGLO XV
Durante este siglo se produjeron profundas transformaciones que cambiaron la concepción del mundo feudal y dieron lugar a una nueva mentalidad. Fue una etapa de transición.
La obra más importante de esta época es La Celestina, de Fernando de Rojas. En poesía destacan Jorge Manrique, el Marqués de Santillana y Juan de Mena.
RENACIMIENTO
El Renacimiento es fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que determinan una nueva concepción del hombre y del mundo y una vuelta a los modelos estéticos del mundo clásico.
La lírica está representada por Garcilaso de la Vega, Fray Luis de León y San Juan de la Cruz. En novela destaca El Lazarillo de Tormes. Cervantes servirá de puente entre el Renacimiento y el Barroco.
La novedad afecta tanto a los temas como a las formas. Entre los primeros cabe destacar el antropocentrismo, el interés por la naturaleza y la recuperación de la mitología clásica. La filosofía recupera las ideas platónicas y las pone al servicio del cristianismo. La búsqueda del placer sensorial y el espíritu crítico y racionalista completan el ideario de la época. En cuanto a los aspectos formales, se recupera la preceptiva clásica (cuya raíz está en la Poética de Aristóteles), basada en el principio artístico de la imitación. También se desarrollan nuevos géneros (como el ensayo) y modelos métricos (entre los que destaca el soneto como forma estrófica y el endecasílabo como tipo de verso).
LA LITERATURA RENACENTISTA. CARACTERÍSTICAS
La literatura española recibió durante el Renacimiento la influencia de la literatura italiana y de la literatura clásica grecolatina (Grecia y Roma), y experimento una renovación en las formas, en los temas y el estilo.
Formas.- La mayor renovación forma del Renacimiento se da en la poesía lírica. En 1526 el poeta barcelonés Juan Boscán se entrevistaba en Granada con el embajador veneciano Andrea Navagero, quien le sugerió que empleara en castellano las formas métricas italianas. A partir de este momento, Boscán y su amigo Gracilaso de la Vega adoptaron para sus composiciones poéticas el verso endecasílabo propio de la poesía italiana; y con él se empiezan a usar el soneto, la lira, la octava real, la silva y otras formas estróficas que dieron una nueva vitalidad a la poesía.
Hacia mediados del siglo XVI se produjo una gran novedad formal: la aparición de la novela picaresca con el Lazarillo de Tormes.
Temas.- En la lírica, se incorporaron nuevos temas, como son los mitos clásicos o la naturaleza, y el tema del amor recibió un tratamiento distinto, más idealizado. Surge además una importante corriente de poesía religiosa que se centra en las ideas de purificación del alma y de la unión del ama con Dios. En la épica se aborda la conquista de América.
Estilo.- Los autores renacentistas perseguían la sencillez y la claridad expresivas, el equilibrio de formas y la naturalidad.
Este ideal constituirá el canon de los autores renacentistas, desde Garcilaso de la Vega hasta Fray Luis de León.
Géneros de la literatura renacentista:
La lírica. Poesía italianizante: La lírica fue el género más destacado durante el Renacimiento, tanto por la renovación que experimentó como por la calidad de los poemas que llevaron a cabo esta renovación. Algunos de los principales autores de la lírica española -Garcilaso de la Vega, fray Luis de León, San Juan de la Cruz- pertenecen a esta época.
La nueva poesía lírica se desarrolla bajo la influencia de los autores italianos y los clásicos latinos y griegos.
· Literatura religiosa: ascética y mística: La preocupación por los temas religiosos dio lugar a una sensibilidad espiritual, que desembocó en la aparición de dos corrientes íntimamente relacionadas: la ascética y la mística.
La ascética: es el proceso de perfeccionamiento espiritual que sigue el alma en su camino hacia Dios.
La mística: tiene como tema fundamental la unión del alma con Dios, expresada según las formas y convenciones de la lírica amorosa.
Ascética y mística originaron una importante corriente de literatura religiosa tanto en verso como en prosa. Los principales representantes de esta corriente fueron San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús.
Los poemas líricos: La épica, como relato de hechos heroicos, quedó relegada a un segundo plano durante el Renacimiento. Sólo se escribieron algunos poemas heroicos, entre los que destaca la Araucana, de Alonso de Ercilla, sobre la conquista de Chile.
La novela renacentista: La novela, en cambio, experimentó un notable florecimiento. Entre las formas que se desarrollan durante el siglo XVI cabe citar la prosa histórica -centrada en la conquista de América-, la novela de caballerías, la novela bizantina o de aventuras y la novela pastoril. Y sobre todas ellas destaca la novela picaresca, género que nace con la aparición del Lazarillo de Tomes, obra de autor desconocido. Con esta obra, en la que se retratan los aspectos más sórdidos de la sociedad de la época a través de la figura del pícaro, se inaugura en España una importante corriente de novela realista que influirá notablemente en Europa.
Barroco
Es el movimiento cultural que responde a la decadencia política, social, económica y militar de la España del siglo XVII.
Se introducen nuevos temas y formas que se alejan del modelo clásico.
En poesía destacan Góngora y Quevedo, y en teatro, Lope de Vega y Calderón de la Barca. Gracián desarrolla la prosa didáctica.
A finales del siglo XVI, la situación social y política de España predispone a los escritores a imbuirse de lleno en este movimiento: el hambre, la peste, la desigualdad social, los pícaros, los mendigos, las miserias, los sueños de grandeza, etc. Todos estos temas son llevados a la literatura; es una situación apropiada para que nazca esa literatura cuyos cimientos están en la decepción, en el desengaño, en lo poco que valen las grandezas de esa época. Abarca aproximadamente desde las obras iniciales de Luis de Góngora y Lope de Vega, en la década de 1580, hasta bien entrado el siglo XVIII. El siglo más característico del barroco literario español es el XVII, en el que alcanzan su cénit prosistas como Baltasar Gracián y Francisco de Quevedo, dramaturgos como Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderón de la Barca y Juan Ruiz de Alarcón o la producción poética de los citados Quevedo, Lope de Vega y Góngora.
Los siglos de oro de la literatura española
LA ÉPOCA.
Se llama Siglos de Oro al periodo que va desde el reinado de los Reyes Católicos al de Carlos III, es decir, a los siglos XVI y XVII. Se desarrollaron en España dos movimientos culturales y artísticos: el Renacimiento (siglo XVI) y el Barroco (siglo XVII). Ambos tienen características muy diferentes, incluso opuestas, pero se engloban bajo la denominación Siglos de Oro porque constituyen una de las etapas de mayor esplendor cultural.
La cultura de los Siglos de Oro está fuertemente determinada por todos estos aspectos.
El Renacimiento supuso el triunfo de las ideas humanistas.
· Admiración por la Antigüedad clásica, por la tradición grecorromana.
· Concepción del hombre como centro del universo, el denominado antropocentrismo.
· Exaltación de la naturaleza y de lo natural como algo bello, bueno y verdadero. Lo elegante es lo natural.
· Búsqueda del equilibrio, de la proporción y de la armonía.
El Barroco fue un periodo de pesimismo y desengaño. Se abandonaron todos los ideales humanistas y se volvió a la religiosidad más profunda. La conciencia de crisis se reflejó en una cultura de contrastes violentos, de movimiento, de complicación. La creencia de que la naturaleza nos engaña, de que hay que desconfiar de los sentidos, explica el gusto por lo rebuscado, por lo anómalo, paradójico o sorprendente.
En España el Renacimiento fue muy minoritario frente al Barroco.
Generación del 98
La generación del 98 es el nombre con el que se ha reunido tradicionalmente a un grupo de escritores, ensayistas y poetas españoles que se vieron profundamente afectados por la crisis moral, política y social desencadenada en España por la derrota militar en la guerra hispano-estadounidense y la consiguiente pérdida de Puerto Rico, Guam, Cuba y las Filipinas en 1898. Todos los autores y grandes poetas englobados en esta generación nacen entre 1864 y 1876.
Se inspiraron en la corriente crítica del canovismo denominada regeneracionismo y ofrecieron una visión artística en conjunto en La generación del 98. Clásicos y modernos.
Estos autores, a partir del denominado Grupo de los Tres (Baroja, Azorín y Maeztu), comenzaron a escribir en una vena juvenil hipercrítica e izquierdista que más tarde se orientará a una concepción tradicional de lo viejo y lo nuevo. Pronto, sin embargo, siguió la polémica: Pío Baroja y Ramiro de Maeztu negaron la existencia de tal generación, y más tarde Pedro Salinas la afirmó, tras minuciosos análisis, en sus cursos universitarios y en un breve artículo aparecido en Revista de Occidente (diciembre de 1935), siguiendo el concepto de «generación literaria» definido por el crítico literario alemán Julius Petersen; este artículo apareció luego en su Literatura española. Siglo XX (1949).
José Ortega y Gasset distinguió dos generaciones en torno a las fechas de 1857 y 1872, una integrada por Ganivet y Unamuno y otra por los miembros más jóvenes. Su discípulo Julián Marías, utilizando el concepto de «generación histórica», y la fecha central de 1871, estableció que pertenecen a ella Miguel de Unamuno, Ángel Ganivet, Valle-Inclán, Jacinto Benavente, Carlos Arniches, Vicente Blasco Ibáñez, Gabriel y Galán, Manuel Gómez-Moreno, Miguel Asín Palacios, Serafín Álvarez Quintero, Pío Baroja, Azorín, Joaquín Álvarez Quintero, Ramiro de Maeztu, Manuel Machado, Antonio Machado y Francisco Villaespesa.
La crítica al concepto de generación fue realizada inicialmente por Juan Ramón Jiménez en un curso dictado en la década de 1950 en la Universidad de Puerto Rico (Río Piedras), y luego por un importante grupo de críticos que va desde Federico de Onís, Ricardo Gullón, Allen W. Phillips, Ivan Schulman, y termina con las últimas aportaciones de José Carlos Mainer, Germán Gullón, entre otros. Todos ellos han puesto en duda la oposición del concepto de generación del 98 y de modernismo.
Azorín José Martínez Ruiz
(Monóvar, Alicante, 1873 - Madrid, 1967) Escritor español adscrito a la Generación del 98. Sus inicios estuvieron muy marcados por una sensibilidad de carácter anarquista y sus primeros títulos respondían a esa ideología: Notas sociales (1896), Pecuchet demagogo (1898).
Durante esos años viajó intensamente por tierras de la meseta castellana, con el propósito de conocer tanto su paisaje como la situación social de sus gentes, que entonces era de extrema miseria. Compartió, junto a R. de Maeztu y P. Baroja, una viva admiración por la obra de Nietzsche, así como doctrinas de carácter revolucionario.
Se licenció en derecho y se dio a conocer enseguida a través de sus colaboraciones en la prensa: de hecho, el seudónimo Azorín apareció por vez primera en un artículo publicado en España. Publicó asiduamente en periódicos y revistas de la época. Una primera trilogía narrativa, compuesta por los volúmenes La voluntad (1902), Antonio Azorín (1903) y Las confesiones de un pequeño filósofo (1904), constituye un extenso proceso de reflexión personal que lo llevó a cambiar radicalmente sus posiciones. Desilusionado, sus propias conclusiones lo llevaron a adoptar un ideario conservador al enfrentarse con algunos de los mitos finiseculares.
En ese momento, su prosa despunta ya con fuerza por una extraordinaria valoración del objeto en sus mínimos detalles, claridad y precisión expositiva, frase breve y riqueza de léxico. Todo ello, en su tiempo, hizo que su obra supusiera una auténtica revolución estética, si se la compara con el grueso de la producción decimonónica.
Pío Baroja
(San Sebastián, 1872 - Madrid, 1956) Novelista español. Por su padre, como por su madre, perteneció a familias distinguidas, muy conocidas en San Sebastián; entre los ascendientes de la madre, existía una rama italiana, los Nessi.
Este poco de sangre italiana que llevaba en las venas no dejó nunca de halagar a nuestro autor, aunque su orgullo se cifró siempre en su ascendencia vasca. Eran tres hermanos: Darío, que murió, joven aún, en Valencia; Ricardo, que fue pintor y escritor y gozó también de alguna fama, y Pío, el novelista. Era éste el menor de los hermanos. Ya muy separada de ellos, nació Carmen, que había de ser la gran compañera del novelista.
El padre de Baroja, don Serafín, era ingeniero de minas, profesión que, unida a su temperamento inquieto y errabundo, llevó a la familia a continuos cambios de residencia. Ello no dejó de ser una suerte para el futuro novelista, que, de este modo, pudo conocer desde niño diversas partes de España, y sobre todo, Madrid, su amor más grande después de Vasconia, donde había de florecer su vocación y conseguir por último la fama.
Baroja permaneció poco tiempo en su ciudad natal; tenía siete años cuando sus padres se trasladaron a Madrid donde don Serafín había obtenido una plaza en el Instituto Geográfico y Estadístico; de Madrid pasaron a Pamplona, siempre por exigencias del cargo del padre y de sus deseos de mudanza. Desde Pamplona volvió la familia a Madrid; esta vez a don Serafín no le impulsaría ya solamente la inquietud, los deseos de cambio: sin duda entró también en su decisión la necesidad de educar a los hijos.
Ramiro de Maeztu
(Vitoria, 1875 - Aravaca, 1936) Escritor español. Relacionado con la Generación del 98, su ideario inicialmente progresista desembocó en una defensa a ultranza del nacionalcatolicismo. De padre cubano, descendiente de vascos, y madre inglesa, pasó su juventud en París y luego en Cuba. De regreso a España en 1894, se dedicó al periodismo y mantuvo una fecunda relación con figuras de la Generación del 98 como Azorín y P. Baroja.
En los artículos de su primera época, reunidos parcialmente en el volumen Hacia otra España (1899), defendió con vehemencia tesis regeneracionistas influido por el individualismo de Nietzsche y por sus simpatías hacia el socialismo marxista. Asimismo, en la novela La guerra del Transvaal y los misterios de la banca de Londres (publicada por entregas en 1900-1901), opuso los anhelos de libertad y justicia de los colonos holandeses a la explotación británica.
De 1905 a 1919 permaneció como corresponsal en Londres, donde entró en contacto con la sociedad fabiana y escribió conferencias como "La revolución y los intelectuales" (1910). Durante la Primera Guerra Mundial apoyó a los aliados y su ideología experimentó un brusco cambio de orientación, expresado en Authority, liberty and function in the ligth of the war (1916), traducido con el título de La crisis del humanismo (1919).
Pedro Salinas
(Madrid, 1891 - Boston, 1951) Poeta español, miembro de la Generación del 27, en la que destacó como poeta del amor. Profundo intelectual y humanista, Salinas estudió las carreras de derecho y de filosofía y letras. Fue lector de español en la Universidad de París entre 1914 y 1917, año en que se doctoró en letras.
En la década de 1920 comenzó una asidua colaboración con la Revista de Occidente y fue catedrático de lengua y literatura españolas en las universidades de Sevilla y Murcia. Trabajó como lector de español en Cambridge. Junto a Guillermo de Torre dirigió la revista Índice literario (1932-1936). En este último año emigró a Estados Unidos, donde se desempeñó como profesor en distintas universidades, y allí vivió hasta su muerte, salvo algunos períodos en que dictó clases en la Universidad de San Juan de Puerto Rico.
Poeta subjetivo, heredero de la tradición amorosa de Garcilaso de la Vega y de Gustavo Adolfo Bécquer, el gran tema de su poesía fue el amor, a través del cual matizó y recreó la realidad y los objetos. En su producción se pueden distinguir tres etapas. La primera, de poesía pura, influida por Juan Ramón Jiménez, abarca desde los inicios hasta 1931 (Presagios, 1924; Seguro azar, 1929 y Fábula y signo, 1931).
La segunda alcanza hasta 1939 y fue la de la poesía genuinamente amorosa, fruto de su apasionada relación con la profesora norteamericana Katherine Whitmore. En ella celebra el amor que da sentido al mundo; la amada es una criatura concreta, en un espacio cotidiano, con la que el poeta mantiene un coloquio continuo. El amor de su lírica no es atormentado y sufrido; es una fuerza prodigiosa que da sentido a la vida (La voz a ti debida, 1933; Razón de amor, 1936 y Largo lamento, 1939).
Las obras de esta etapa se nutren de una lírica en segunda persona, vocativa, dirigida a la imagen de la amada, envuelta en las circunstancias externas de la vida actual: relojes, teléfonos, playas, calles, publicidad, automóviles y calendarios aparecen en tal poesía cambiada y transfigurada. La mujer es vista en una perspectiva de proximidad, como una amiga que se convierte en amada al contemplarse reflejada en el "espejo ardiente" que el amor le ofrece. Tal actividad poética, en la que se utilizan elementos métricos muy tenues y leves (metros cortos, con asonancias de una gran flexibilidad, que subrayan el ritmo interno de las metáforas, las ideas y la fluida elocución), halla su mejor representación en La voz a ti debida, obra que ha influido profundamente en la poesía española.
Generación del 27
La Generación del 27 es el nombre que recibió el grupo de importantes artistas de vanguardia quienes, con su trabajo conjunto, expresaron una actitud que animaba una forma desenfadada de expresionismo. Aunque considerados un gran grupo, la Generación del 27 estaba en realidad atomizada en pequeños subgrupos, cada uno de ellos fomentando un estilo particular, dependiendo de los artistas implicados. Por ejemplo, Salvador Dalí se centró en el surrealismo y se deleitaba provocando y escandalizando a la clase burguesa.
Saltaron a la palestra en el año 1927, a través del tributo organizado con motivo del aniversario de los 300 años de la muerte de Luis de Góngora, la "Generación" nunca estuvo realmente unificada en un grupo homogéneo. En su lugar, las diferentes posturas dentro del grupo, en ocasiones contradictorias, tenían que ver entre sí en su intención de romper con los patrones de la tradición y forjar nuevas tendencias que explorasen la realidad de manera creativa.
Puede parecer irónico que el vigor y la audacia necesarias para abrir nuevos caminos creativos fuesen inspirados a través de la celebración de un poeta del Siglo de Oro literario español. No obstante, no fueron sólo los resultados extremos que se derivaron de la experimentación de Góngora con el lenguaje los que impulsaron las distintas propuestas de artistas y escritores de la época, sino también el fuerte contraste que la casi olvidada figura de Góngora creaba contra el telón de fondo de un establishment predominantemente realista, a ojos del cual el culteranismo de Góngora no estaba bien visto.
En este sentido, la ruptura formulada por la Generación del 27 no era necesariamente con el pasado (al menos, el más remoto), sino con la estética dominante de la época, la cual convocaba a su vez una tradición propia como demostración de la valía y el mérito de la visión realista del mundo. Sin apartar la vista de la realidad y sin distanciarse del pasado, los artistas españoles de vanguardia de la Generación del 27 buscaban mirar a la misma realidad pero bajo una luz distinta, desde otro punto de vista y con otra perspectiva.
Salto generacional
La Generación del 27 se ha visto reducida habitualmente a los diez miembros que participaron en el simposio de Sevilla que celebraba el tercer centenario de la muerte de Luis de Góngora. Mientras que en términos literarios la lista puede resultar útil (aunque evidentemente incompleta), la extensión del grupo abarca mucho más allá, incluyendo a artistas plásticos y visuales como Luis Buñuel o Salvador Dalí, ambos con fuertes vínculos con algunos de los miembros del grupo. Como es de esperar, esto resultó en una gran diversidad de puntos de vista, así como de edades, que fue una constante entre los miembros de la Generación.
De forma similar, la Generación del 27 estaba, conceptualmente, a años luz de los generalmente sombríos y lúgubres pensamientos que caracterizaron la obra de algunos de los miembros de la Generación precedente, la del 98. Sin embargo, y a pesar de sus diferencias estéticas y sus visiones del mundo radicalmente distintas, los miembros de la Generación del 27 sentían un tremendo respeto por sus predecesores. Esto se explica por las circunstancias conjuntas que ayudaron a la difusión de ambos grupos, que tenían en común la animosidad contra una aceptación pasiva e incondicional del discurso dominante.
Un trampolín en la evolución conceptual que llevó de la Generación del 98 a la Generación del 27 se conoce como la Generación del 14, que en España no designa a la "generación perdida" de jóvenes hombres enrolados en la Primera Guerra Mundial, sino a un grupo de intelectuales con ideas liberales, pero racionalistas, que simpatizaban con la Generación del 98 sin asumir sus postulados necesariamente. Entre los miembros de esta "Generación" destaca José Ortega y Gasset como el principal teórico de su tiempo, mientras que Ramón Gómez de la Serna y, especialmente, Juan Ramón Jiménez estaban muy próximos a los miembros de la Generación del 27, entre los que Federico García Lorca era el enlace perfecto entre los dos movimientos.
¿Quién forma parte de la Generación del 27?
Los artistas buscaban aportar una vía de escape a la gente que estaba sufriendo calamidades durante los tumultuosos años que precedieron al estallido de la Guerra Civil, alejándose del discurso dominante. Por desgracia, a los intelectuales en general, y en particular a aquellos que pertenecían a la Generación del 27, no les fue bien durante la guerra, como quedó cruelmente demostrado con la ejecución de Federico García Lorca. Tan sólo unos días después de estallar el conflicto fue secuestrado y asesinado, y nunca más se supo de él ni de sus restos. Otros miembros tuvieron que enfrentarse a un final prematuro que causó un golpe de efecto para todos aquellos involucrados en el grupo.
En conjunto, la obra literaria de la Generación se encuadra dentro de la poesía. Sin embargo, mucha de la poesía producida durante sus últimos años se alejó de la perfección formal, para ir introduciendo regularmente la música en sus trabajos. Evidentemente, esto es una generalización sobre el conjunto de obras producidas por este grupo. Una mirada más de cerca a la obra de cada uno de estos poetas revela el nivel al que exploraron los distintos, y a veces contradictorios, caminos escogidos por ellos. Los diez miembros originales de la Generación del 27 eran:
Jorge Guillén
(Valladolid, 1893 - Málaga, 1984) Poeta español. Perteneciente a la Generación del 27, su lírica ofrece una visión positiva del mundo y es paradigma de la denominada "poesía pura".
En 1917 sucedió a Pedro Salinas como lector de español en la Sorbona, puesto en el que permaneció hasta 1923. Posteriormente fue catedrático de literatura en las universidades de Murcia y Sevilla, y entre 1929 y 1931 ejerció como lector en Oxford. Exiliado en Estados Unidos (1938), trabajó como profesor en el Wellesley College. Una vez jubilado residió en Italia antes de instalarse en Málaga tras la muerte de Franco.
En su poesía desaparece totalmente la ornamentación modernista para quedar únicamente la palabra depurada y ceñida al contenido con la máxima precisión. Esta búsqueda del rigor verbal hizo que tardase varios años en escribir su primer libro, Cántico, cuya primera edición, de 1928, fue ampliada sucesivamente hasta 1950.
El subtítulo de esta obra, Fe de vida, ofrece una idea exacta de su concepción poética, caracterizada por la actitud apasionada ante el maravilloso espectáculo de la existencia. El entusiasmo de Guillén se expresa de una manera estructurada y clasicista, rigurosa en la expresión intelectual, lo que ha llevado a relacionarlo con Paul Valéry a pesar de que su radical optimismo contrasta con el enfoque negativo del autor francés. La armonía del universo y la afirmación vital del hombre que lo contempla y celebra hasta en sus aspectos más vulgares es el principio esencial del poeta, que se muestra ajeno a toda imperfección.
Pedro Salinas
(Madrid, 1891 - Boston, 1951) Poeta español, miembro de la Generación del 27, en la que destacó como poeta del amor. Profundo intelectual y humanista, Salinas estudió las carreras de derecho y de filosofía y letras. Fue lector de español en la Universidad de París entre 1914 y 1917, año en que se doctoró en letras.
En la década de 1920 comenzó una asidua colaboración con la Revista de Occidente y fue catedrático de lengua y literatura españolas en las universidades de Sevilla y Murcia. Trabajó como lector de español en Cambridge. Junto a Guillermo de Torre dirigió la revista Índice literario (1932-1936). En este último año emigró a Estados Unidos, donde se desempeñó como profesor en distintas universidades, y allí vivió hasta su muerte, salvo algunos períodos en que dictó clases en la Universidad de San Juan de Puerto Rico.
Poeta subjetivo, heredero de la tradición amorosa de Garcilaso de la Vega y de Gustavo Adolfo Bécquer, el gran tema de su poesía fue el amor, a través del cual matizó y recreó la realidad y los objetos. En su producción se pueden distinguir tres etapas. La primera, de poesía pura, influida por Juan Ramón Jiménez, abarca desde los inicios hasta 1931 (Presagios, 1924; Seguro azar, 1929 y Fábula y signo, 1931).
La segunda alcanza hasta 1939 y fue la de la poesía genuinamente amorosa, fruto de su apasionada relación con la profesora norteamericana Katherine Whitmore. En ella celebra el amor que da sentido al mundo; la amada es una criatura concreta, en un espacio cotidiano, con la que el poeta mantiene un coloquio continuo. El amor de su lírica no es atormentado y sufrido; es una fuerza prodigiosa que da sentido a la vida (La voz a ti debida, 1933; Razón de amor, 1936 y Largo lamento, 1939).
Las obras de esta etapa se nutren de una lírica en segunda persona, vocativa, dirigida a la imagen de la amada, envuelta en las circunstancias externas de la vida actual: relojes, teléfonos, playas, calles, publicidad, automóviles y calendarios aparecen en tal poesía cambiada y transfigurada. La mujer es vista en una perspectiva de proximidad, como una amiga que se convierte en amada al contemplarse reflejada en el "espejo ardiente" que el amor le ofrece. Tal actividad poética, en la que se utilizan elementos métricos muy tenues y leves (metros cortos, con asonancias de una gran flexibilidad, que subrayan el ritmo interno de las metáforas, las ideas y la fluida elocución), halla su mejor representación en La voz a ti debida, obra que ha influido profundamente en la poesía española.
Rafael Alberti
(Puerto de Santa María, 1902 - 1999) Poeta español, miembro de la Generación del 27. Sus padres pertenecían a familias de origen italiano asentadas en la región y dedicadas al negocio vinícola. Las frecuentes ausencias del padre por razones de trabajo le permitieron crecer libre de toda tutela, correteando por las dunas y las salinas a orillas del mar en compañía de su fiel perra Centella. Una infancia despreocupada, abierta al sol y a la luz, que se ensombrecerá cuando tenga que ingresar en el colegio San Luis Gonzaga de El Puerto, dirigido por los jesuitas de una forma estrictamente tradicional.
Federico García Lorca
(Fuente Vaqueros, España, 1898 - Víznar, id., 1936) Poeta y dramaturgo español. En el transcurso de la «Edad de Plata» (1900-1936), la literatura española recuperó aquel dinamismo innovador que parecía perdido desde su Siglo de Oro; tal periodo tuvo su culminación en la obra poética de la Generación del 27, así llamada por el rebelde homenaje que sus miembros rindieron a Luis de Góngora con motivo de su tercer centenario. Sin embargo, pese a la inmensa talla de figuras como Rafael Alberti, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Luis Cernuda o el premio Nobel Vicente Aleixandre, ningún miembro del grupo alcanzaría tanta proyección internacional como Federico García Lorca.
Los primeros años de la infancia del poeta transcurrieron en el ambiente rural de su pequeño pueblo granadino. Cursó el bachillerato primero en Almería y luego, tras una enfermedad, en Granada. Continuó sus estudios superiores en la Universidad de Granada: estudió filosofía y letras y se licenció en derecho. En la universidad hizo amistad con el prestigioso compositor Manuel de Falla, quien ejerció una gran influencia en él, transmitiéndole su amor por el folclore y lo popular.
En 1919 se instaló en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde conoció a Juan Ramón Jiménez y a Antonio Machado, y trabó amistad con poetas de su generación y artistas como el futuro cineasta Luis Buñuel o el pintor catalán Salvador Dalí. En este ambiente de ebullición cultural brillaría pronto el magnetismo de la arrolladora personalidad de Federico García Lorca, cuya perenne simpatía y vitalidad encubría un íntimo malestar que sólo su obra dejaría entrever. Sus polifacéticos intereses lo llevaron a dedicarse con pasión no sólo a la poesía, sino también a la música y al dibujo, y empezó a interesarse por el teatro, aunque su primera pieza teatral, El maleficio de la mariposa, fue un fracaso.
Dámaso Alonso
(Madrid, 1898-1990) Poeta y crítico español. Miembro como poeta de la llamada Generación del 27, destacó además como eminente crítco, de fama mundial, por sus estudios estilísticos.
Fue alumno de Ramón Menéndez Pidal en el Centro de Estudios Históricos, lugar que desempeñó una función básica en su vasta y profunda formación intelectual. En la Residencia de Estudiantes, en Madrid, conectó con los que serían sus compañeros de generación: Federico García Lorca, Rafael Alberti, Luis Cernuda o Manuel Altolaguirre. Enseñó lengua y literatura españolas tanto en universidades extranjeras como nacionales: Berlín, Cambridge, Valencia (1933-1939) y Madrid (1939-1968). Asimismo, fue director de la Revista de Filología Española y de la Real Academia Española.
Sus profundos análisis sobre Luis de Góngora son una de las cumbres de su producción. Así, Temas gongorinos y la correspondiente edición de Soledades (1927), La lengua poética de Góngora (1950) o Estudios y ensayos gongorinos (1955) se han convertido en textos clásicos e indispensables para el estudio de la obra del gran poeta barroco. También investigó las fuentes de la Poesía de tipo tradicional (1949), particularmente las relativas a las jarchas; la obra de Gil Vicente en Poesías (1940) y Tragicomedia de don Duardos (1942) y la del mayor místico español en La poesía de san Juan de la Cruz (1942).
De su extenso trabajo crítico cabe señalar, por último, aquellos libros que, como Ensayo de poesía española (1945), Poesía española (1950) o Seis calas en la expresión literaria española (1951, en colaboración con Carlos Bousoño) se aplican al análisis y difusión de las disciplinas estilísticas y al formalismo como instrumento de análisis y crítica literaria; otros dos títulos importantes en esta línea son Poetas españoles contemporáneos (1952) y Poesía española: ensayo de método y límites estilísticos, del mismo año.
Gerado Diego
(Santander, 1896 - Madrid, 1987) Poeta español considerado una de las figuras más representativas de la Generación del 27, a la que agrupó por primera vez en una célebre antología y que encabezó el redescubrimiento de Góngora.
Profesor de literatura y de música, inició su andadura poética con El romancero de la novia (1920), que denotaba cierta influencia de Juan Ramón Jiménez y su aprecio por las formas tradicionales. Después de una breve estancia en París, donde hizo amistad con Vicente Huidobro y conoció la pintura cubista, reveló su permeabilidad a las corrientes vanguardistas, como el creacionismo, en versos de gran musicalidad.
Frutos inmediatos de esta experiencia fueron Imagen (1922) y Manual de espuma (1924), libro este último en el que fusiona al modo cubista dos o tres temas en el mismo poema, el cual a su vez actúa como agente creador de las imágenes. Desde entonces alternó ambas vertientes hasta el punto de hacer de esta alternancia una de las características de su creación lírica.
De aquí que no pueda analizarse su obra por etapas cronológicas sino a través del reconocimiento de esas dos vías paralelas representadas, según su propia enunciación, por la "poesía relativa", sostenida por la realidad perceptible, y la "poesía absoluta", sustentada en la misma palabra poética y muy secundariamente en la realidad evidente.
En este sentido, la primera se apoyó en las formas tradicionales, y la segunda, en las vanguardistas. Críticos como Manuel Cossío, Eugenio de Nora o Dámaso Alonso consideraron a su vez que la conjugación de ambas tendencias lo movió a revitalizar formas estróficas tradicionales con contenidos vanguardistas y a mostrar una gran diversidad de emociones como fundamento de un riguroso sistema poético. A ello contribuyó asimismo el dominio del lenguaje, una intuitiva aplicación de los recursos técnicos y expresivos, y un consciente desapego por el tono trascendentalista.
Luis Cernuda
(Sevilla, 1904 - Ciudad de México, 1963) Poeta español, una de las figuras fundamentales de la Generación del 27. Su obra se inscribe dentro de una corriente que muchos han calificado de neorromántica, pues la sensibilidad, melancolía y dolor que destila su poesía se halla siempre dentro de unos límites de serena contención, a la manera de G. A. Bécquer, pero con características matizadas por una aguda actitud de la mente, rasgo esencial de la generación a la que perteneció.
Estudió derecho en su ciudad natal bajo la dirección de Pedro Salinas, de quien fue discípulo y quien orientó, asimismo, sus primeros pasos de poeta. De su inicial inclinación a la soledad y al nihilismo evolucionó hacia una actitud de íntima y acogedora espiritualidad. Así, los poemas "Atardecer en la catedral" y "La visita de Dios" señalan, según J.M. Valverde, "el término de la evolución de un ambiente español, desde un ideario exquisito y minoritario hasta una emoción a la vez religiosa y socialmente humana".
En diferentes momentos de su vida dio clases de español en la universidad de Toulouse, en Inglaterra y en Estados Unidos. Sus primeras obras marcan un itinerario que desembocó en una estrecha afinidad con los poetas surrealistas. Esta etapa, que dio comienzo con Perfil del aire (1927) y Égloga, elegía, oda (1928) logra su mayor expresión y madurez en Un río, un amor (1929) y Los placeres prohibidos (1931), libros en los que ya se muestra, en todo su esplendor, un Cernuda enamorado y rebelde, orgulloso de su diferencia.
En sus volúmenes siguientes arraigó con originalidad y dominio la tradición romántica europea: Donde habite el olvido (1934), Invocaciones (1935). Los títulos que aparecieron a partir de este momento, más los ya publicados, fueron engrosando su obra poética completa bajo el sugestivo rótulo de La realidad y el deseo (1936); en 1964 se publicó póstumamente la edición número cuarenta.
Vicente Aleixandre
Poeta español, nacido en Sevilla el 26 de abril de 1898 y fallecido en Madrid el 14 de diciembre de 1984, considerado uno de los grandes poetas españoles del siglo XX. Perteneciente a la Generación del 27, fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1977.
Hijo de un ingeniero de ferrocarril, Vicente Aleixandre pertenecía a la burguesía media acomodada. Cuando tenía dos años de edad, su familia se trasladó a Málaga, ciudad a la que el poeta llama en su obra "el Paraíso", pues en ella transcurrió toda su infancia.
En 1909, la familia Aleixandre se instaló en Madrid, donde el futuro poeta cursó el bachillerato y, ya en plena juventud, las carreras de Derecho y Comercio. Se especializó en Derecho Mercantil, materia que luego enseñó como profesor en la Escuela de Comercio de Madrid (1920-1922).
Desde 1917, año en el que conoció a Dámaso Alonso en Las Navas del Marqués (un pequeño pueblo de Ávila en donde ambos veraneaban), Vicente Aleixandre se venía relacionando con los jóvenes de su generación que sentían inquietudes literarias. Gracias a los consejos de Dámaso, empezó a leer a los grandes poetas del pasado reciente, como el romántico Gustavo Adolfo Bécquer y el modernista Rubén Darío; pero también a otros autores extranjeros de gran renombre, como los simbolistas franceses. Sintió, a partir de entonces, la necesidad de escribir poesía.
Estuvo gravemente enfermo en los años veinte, y, a partir de entonces, su salud fue muy delicada. Padeció una tuberculosis que le afectó un riñón y provocó que le tuvieran que extirpar este órgano. Mientras se recuperaba de esta operación, escribió algunos poemas que comenzaron a darle gran fama hacia 1926, cuando aparecieron en una de las publicaciones culturales más prestigiosas de la época: la Revista de Occidente. A partir de este reconocimiento literario, se hizo amigo de otros jóvenes poetas de la Generación del 27, como Federico García Lorca y Luis Cernuda.
Después de la guerra, Aleixandre (que fue uno de los pocos autores de su generación que se quedó en España) continuó desarrollando una trayectoria poética muy personal. En 1949 fue elegido miembro de la Real Academia Española, y desde entonces fue el gran maestro y protector de los jóvenes poetas españoles de la segunda mitad del siglo XX, que acudían a visitarle con frecuencia a su casa de Madrid, donde siempre había tertulias literarias y lecturas de versos. Murió siete años después de haber recibido un Premio Nobel con el que, según muchos críticos, no sólo se reconocía universalmente su obra, sino la de toda la Generación del 27.
Manuel Altolaguirre
(Málaga, 1905 - Burgos, 1959) Poeta español. La fundación en colaboración con Emilio Prados de la revista Litoral y de otras importantes publicaciones de la Generación del 27 (Poesía, Héroe, 1916, Caballo Verde para la Poesía) lo acreditan como una figura destacada de ese privilegiado momento de la cultura española. Los diversos títulos de su poesía recopilada tras su muerte en Poesías completas (1960) dan cuenta de su carácter intimista cercano a la canción, neorromántico, emotivo y algo surrealista.
Durante su prolongado exilio, primero en Cuba y luego en México, siguió con sus actividades de impresor y editor, publicó una colección de poetas clásicos españoles con el título de La Verónica, y se interesó por el cine: escribió el guión y produjo la película Subida al cielo (1951) dirigida por Luis Buñuel, y realizó una versión fílmica de El cantar de los cantares. Como autor teatral publicó Entre dos públicos (1934). Entre sus obras no poéticas destaca el volumen Garcilaso de la Vega (1933), original ejemplo de biografía novelada que entrelaza armoniosamente la documentación histórica con la digresión imaginaria. Realizó versiones poéticas de A. Pushkin y P.B. Shelley y recopiló y publicó una Antología de la poesía romántica española (1932). En 1959, durante un segundo viaje a España desde su partida al exilio, perdió la vida en una carretera de Burgos.
Demostró un interés precoz por la actividad editorial, que definía como "un auténtico rincón de poesía", y durante toda su vida se comportó como un artista-artesano que no sólo componía sino que también imprimía sus propias obras. Miembro de la generación del 27, desde sus años juveniles apreció el magisterio poético de los clásicos, como Garcilaso y Góngora, y las lecciones de contemporáneos suyos, como Juan Ramón Jiménez y Pedro Salinas.
Emilio Prados
Sin embargo, su figura solitaria y su itinerario poético encerrado en sí mismo obligan a considerar la existencia de un ámbito particular para él dentro del grupo de su generación. Fundó y dirigió en Málaga, junto con Manuel Altolaguirre y José María Hinojosa, la revista Litoral (1926-1928) y las ediciones homónimas, donde publicaron los primeros libros de los jóvenes poetas contemporáneos.
Emilio Prados es autor de una extensa obra poética de inspiración unitaria en su conjunto, aunque la evolución de sus formas y contenidos permite una subdivisión en tres fases: a la primera le corresponden el gusto por las imágenes de Tiempo (1925), la moda del intelectualismo abstracto en Vuelta (1927), la influencia surrealista en Seis estampas para un rompecabezas (1925) y la riqueza metafórica de El misterio del agua (1926-1927).
Con Cuerpo perseguido (escrito en aquellos mismos años pero publicado en 1946), inspirado en un amor real, la búsqueda de una unidad subyacente a todo lo que aparece como opuesto (el problema de la alteridad) inaugura una segunda época. En ella se manifiestan las preocupaciones sociales de Andando por el mundo (1931-1935) y Calendario completo del pan y del pescado (1933-1934), que culminan con el activismo político de la época republicana y de la guerra civil española. En esta etapa se ocupó de recoger y publicar el Romancero general de la guerra de España (1937).
La tercera fase está representada por la producción poética del exilio mexicano, con Memoria del olvido (1940), Mínima muerte (1940), Jardín cerrado (Poesías, 1946), Río natural (1957) y las obras póstumas Signos del ser (1962) y Cita sin límite (1963), en las que la búsqueda de equilibrio y armonía se interioriza de nuevo con la intención de curar las heridas del pasado. Se trata de una búsqueda que se expresa mediante un retorno al esquema de la canción de sus primeros libros, y a un lenguaje plagado de paradojas y antítesis de carácter popular. En 1954 se publicó una selección de su poesía bajo el título Antología, y en 1965, Últimos poemas.
Emilio Prados
(Málaga, 1899 - México, 1962) Poeta español. La biografía de Emilio Prados coincide, en ciertos aspectos, con la de otros representantes de la generación del 27 (Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pedro Salinas, Jorge Guillén o Gerardo Diego, entre otros): estancia en la Residencia de Estudiantes de Madrid, viajes al extranjero (Suiza, Francia, Alemania), contactos con las vanguardias artísticas, compromiso político y exilio.
Generación del 36
Aunque esta generación solo la hemos comentado muy brevemente al hablar del nivel de censura de la postguerra he considerado oportuno concederle una entrada de mi blog porque considero que la censura que había en esos momentos era brutal e imperdonable.
La generación del 36 es una generación muy breve que se inicia durante la Guerra Civil.
A pesar de la diferencia de edad se puede considerar a la generación del 36 como la homóloga del 27 pero en prosa. Es decir que en vez de escribir poesía, como hacían los autores de la generación del 27, producían narrativa. A parte de el tipo de literatura que producían tenían otra diferencia que es que hacen un tipo de narrativa en la cual se comprometen con la sociedad del momento. Todos las otras características son prácticamente las mismas tanto para el 27 como para el 36, por la cual cosa ni las mencionare porque las características de la generación del 27 ya están publicadas en entradas anteriores.
Esta generación estuvo muy acosada por la censura de la postguerra ya que muchas de sus obras fueron fuertemente censuradas en el interior del país por lo que muchos escritores se exilian porque no podían expresar sus puntos de vista al ser republicanos.
Ramón J. Sender (1936) es un ejemplo de la censura que sufrían ya que apesar de haber recibido el premio nacional de literatura fue brutalmente censurado en España por el gobierno franquista.
Esta generación fue borrada totalmente del mapa hacia los años 40 porque se opone a las clases dominantes por lo que o bien se exilian para poder salvarse o bien si se quedaban en España desaparecían y nunca más se volvía a saber nada de ellos.
Autores de la generación del 36
Joaquín Arderius
Abandonó los estudios de ingeniería para dedicarse a la literatura y al periodismo. Activista político de izquierdas, dirigió, junto con Antonio Espina y José Díaz Fernández, la revista Nueva España (1930-31). En 1939 marchó al exilio.
Su narrativa evoluciona desde el tono expresionista, la influencia nietzscheana, el contenido erótico y una intencionalidad social todavía algo confusa, al realismo de clara intencionalidad social y política (desde 1931).
Obra
Mis mendigos (1915)
Así me fecundó Zaratustra (1923)
La duquesa de Nit (1926)
La espuela (1927)
Los príncipes iguales (1928)
El comedor de la pensión Venecia (1930)
Campesinos (1931)
Vida de Fermín Galán (1931, con José Díaz Fernández)
Manuel Benavides
(Puenteareas, 1895-México, 1947) Novelista y periodista español. Escritor costumbrista y psicológico en sus primeras novelas (Lamentación, 1922; Cándido, hijo de Cándido, 1930), se orientó hacia la novelística social desde Un hombre de treinta años (1933). Exiliado en México después de 1939, sus útimas obras son reportajes sobre la guerra civil (Los nuevos profetas, 1942).
José Díaz Fernández
Nacido en 1898 en Aldea del Obispo, donde su padre era carabinero, pasó la mayor parte de su infancia en Castropol (Asturias), pueblo de su familia materna. Se trasladó luego a Oviedo, donde se matriculó en la Facultad de Derecho, y comenzó a colaborar como cronista en el diario El Noroeste de Gijón.
Llamado a filas en 1921, su regimiento fue pronto destinado a un Marruecos en plena insurrección, donde permanecería hasta su licenciamiento en 1922. Las experiencias de esta guerra colonial darían lugar a El blocao.
Tras un breve regreso a Gijón, donde fue nombrado corresponsal del diario orteguiano El Sol, en 1925 se incorporó a su redacción de Madrid, introduciéndose en el círculo de Revista de Occidente. A la vez, colabora en la revista Post-guerra durante la breve vida de la publicación (1927-1928).
Colaborador del Grupo de Acción Republicana en ese período final de la Dictadura primorriverista, pasó tres meses en la Cárcel Modelo de Madrid y obligado a otros tantos de destierro en Lisboa (1929).
Vuelto a Madrid, al ser apartado José Ortega y Gasset de la dirección de El Sol, abandonó el diario y pasó a colaborar en las recién fundadas Crisol y La Luz.
Cesar-María Arconada
(Astudillo, 1900 - Moscú, 1964) Escritor español. Se inició en el ultraísmo desde La Gaceta literaria, como redactor jefe; colaboró en otras revistas y diarios como el Diario palentino, Alfar, Meseta, Papel de aleluyas o Verso y prosa; parte de sus trabajos periodísticos se recogerán posteriormente en De Astudillo a Moscú (1986).
En 1930 publica su primera novela, La turbina; en ella relata el progreso de la sociedad rural. En sus novelas Los pobres contra los ricos (1933) y Reparto de tierras (1934), narró la toma de conciencia proletaria por parte de los campesinos. Obtuvo el premio Nacional de Literatura con la novela Río Tajo (1938).
También escribió libros de poemas: Urbe (1928) y Vida de Greta Garbo (1929), traducida esta última obra a varios idiomas. En 1931 ingresó en el Partido Comunista, y tras la Guerra Civil se marchó a la Unión Soviética, donde desempeñó una importante labor como traductor y publicó dos libros de relatos: España es invencible (1941) y Cuentos de Madrid (1942). El cine y la música fueron sus grandes pasiones.
Ramón J. Sender
(Ramón José Sender; Chalamera de Cinca, 1902 - San Diego, 1982) Novelista español. De espíritu rebelde y autodidáctico, se sintió siempre atraído por la ideología del anarquismo, incluso cuando, avanzada la vida, se apartó de las actitudes izquierdistas de su juventud. Tras realizar el servicio militar en Marruecos, se inició en el periodismo y colaboró en publicaciones radicales y libertarias.
Sus primeras novelas son de testimonio social y propósito denunciatorio: el antimilitarismo de Imán (1930), sobre la guerra de Marruecos; su ataque al régimen policiaco en O.P.: orden público (1931); la lucha anarquista en Siete domingos rojos (1932) y el relato de la insurrección cantonal de Cartagena (1873) en Mr. Witt en el cantón (1935). Durante la guerra civil luchó en Sierra de Guadarrama y publicó el documental Contraataque (1937), sobre el cual se inspiró en parte Malraux para su novela L'Espoir.
Exiliado primero en México (1939-42), residió el resto de su vida en los Estados Unidos, con trabajos docentes en Alburquerque (1947-63) y en Los Ángeles (1965-71). Dejando a un lado su intensa actividad periodística (en la revista antifascista y anticomunista Cuadernos de París, por ejemplo), su copiosísima producción narrativa prosiguió por numerosas y variadas rutas.
Por un lado están sus novelas alegóricas de intención satírica o filosófica; entre ellas cabe citar El lugar del hombre (1939), La esfera (1947), El rey y la reina, de 1949, El verdugo afable (1952), Los cinco libros de Ariadna (1957) y Nocturno de los catorce (1971). Un sector aparte se halla constituido por sus novelas históricas: Bizancio (1956), Jubileo en el Zócalo (1964) y La aventura equinoccial de Lope de Aguirre (1964), entre otras. El marco geográfico latinoamericano le inspiró una gran novela, Epitalamio del prieto Trinidad (1942), historia de una rebelión en una isla-presidio, notable por la recreación de las pasiones humanas y la descripción de una atmósfera alucinante y de exótica sensualidad.
Max Auv
Novelista, dramaturgo, poeta y crítico español, nacido en París en 1903, y muerto en México D.F., en 1972, de madre francesa y padre alemán de origen judío residentes en España desde 1914. Estudió en Valencia y trabajó en el negocio familiar.
Comenzó su obra literaria colaborando en publicaciones como Azor y la Revista de Occidente. Aunque pertenezca a la Generación del 27 por razón de su vanguardismo, cuesta mucho trabajo incluirlo en ella. Durante la Guerra Civil española estuvo en el lado republicano. Colaboró con André Malraux en la realización de la película Sierra de Teruel.
En 1942 llegó a México, después de haber pasado por un campo de concentración en Francia y por Argelia; en México D.F. desarrolla una actividad intelectual extraordinariamente rica, especialmente en el mundo del cine.
En 1929 publicó Geografía, obra vinculada estéticamente a la Generación del 27; más tarde, Fábula verde (1933), en esa misma estética; con Luis Álvarez Petreña (1934), inaugura la que se denomina literatura deshumanizada. Es autor de las siguientes novelas: Las buenas intenciones (1954), recreación irónica de raíz galdosiana; La calle de Valverde (1961), relacionada con la agitación política en los últimos años de la dictadura e igualmente escrita en clave realista.
En torno a la Guerra Civil gira El laberinto mágico, serie integrada por seis obras, que van desde Campo cerrado (1943) hasta Campo de los almendros (1968). Posee una literatura de textos y autores apócrifos, en que lo inventado se presenta como realidad histórica: Antología traducida (1963), Vida y obra de Luis Álvarez Petreña (1943-70), en que expande su obra de 1934), y Josep Torres Campalans (1958), novela que incluye una entrevista al protagonista de la obra, una lista de hechos del momento y un catálogo de los escritos de ese imaginario personaje.
Andrés Carranque de los ríos
Novelista, poeta, actor y periodista español. De origen proletario -su padre era portero del matadero municipal-, vino al mundo en Madrid en 1902 como el primogénito de lo que más tarde llegaría a ser una numerosísima familia de catorce hijos. Apenas cursó estudios primarios acuciado por la modesta economía familiar, sin otro remedio mejor que el de emplearse de aprendiz de ebanista, cuando no barnizador, descargador de muelles o marino.
En realidad, su corta e intensa vida fue un compendio de aventuras y episodios del género más dispar. Intervino en la fundación del grupo anarquista Spartacus, actividad política ésta que le llevó a conocer la cárcel. Años más tarde, llegó a ser delegado del I Congreso Internacional para Defensa de la Cultura, en París. Su interés por la literatura intentó compaginarlo con actividades más prácticas que le proporcionasen un medio de subsistencia. Carranque rechazó, pues, una vida bohemia literaria a ultranza, aunque para ello tuviera que aprovechar su garboso parecido físico como modelo de artistas y actor de películas, o se sirviera de él para establecer relaciones sentimentales sólidas, tanto en el aspecto emocional como en el material, que, por otra parte, jamás desembocaron en matrimonio.
Nómada (1923), con diecinueve años, fue su primer libro publicado, un libro de versos que no llamó la atención de la efervescente República de las Letras de aquella época. Don Pío Baroja le conoció a raíz de su interpretación cinematográfica en una versión de Zalacaín el aventurero; del encuentro surgiría, en 1934, un prólogo de Baroja para la novela de Carranque titulada Uno, novela plenamente autobiográfica, con la que logró atraer la atención de críticos y lectores. Consiguió colaborar en la prensa (Ahora, La Voz, Heraldo de Madrid, Estampa y Ciudad), publicó media docena de cuentos -recogidos en 1970 con el título De la vida del señor Etcétera y otras historias-, un par de novelas cortas y, en 1935, editaron La vida difícil, otra novela. Un mediano reconocimiento literario lo obtuvo al año siguiente con la novela Cinematógrafo, efímera gloria en vida, ya que al mismo tiempo se le detectó el cáncer de estómago que acabaría sus días el 6 de octubre de 1936.
Su obra se integra en la corriente de la novela social de preguerra, que abanderaban autores como Arconada o Arderius. Si bien, en sustancia, la literatura de Carranque se inspira en el marxismo y el anarquismo, se trató de un mero acercamiento, en cuestiones literarias, más que de un cauce profundo donde exponer tales tesis políticas. La materia de sus relatos tiene que ver con las profesiones y ambientes en que desenvolvió su vida. En este sentido, por ejemplo, el cuento "4 hombres encarcelados" narra su experiencia carcelaria. Los personajes están movidos con cierta intención social; son individuos desdichados, humillados y ofendidos por una sociedad injusta.
Cinematógrafo, su novela más celebrada, es una obra barojiana de tintes autobiográficos, coral, que, siguiendo la adjetivación del crítico R. Conte, puede tildarse de "espontánea, desordenada, veraz, tierna, violenta y delicada", calificativos que vienen a adornar el buen ritmo narrativo, las pequeñas dosis de humor y el lirismo que presenta.
Francisco Ayala
García-Duarte; Granada, 1906 - Madrid, 2009) Escritor español que participó activamente en el círculo de la Revista de Occidente, de cuya redacción formó parte. Graduado en derecho por la Universidad de Madrid, en 1932 obtuvo la cátedra de derecho político.
Durante la Guerra Civil española ayudó a la causa republicana, y al finalizar la contienda se exilió a Buenos Aires, donde publicó algunas de sus obras, impartió clases de sociología en la Universidad de La Plata (entre 1939 y 1950) y fundó la revista literaria Realidad. Posteriormente residiría en Puerto Rico, donde fundó la conocida revista La Torre, y luego en Princeton, Nueva York y Chicago, donde impartió clases de literatura española. En 1976 regresó definitivamente a España.
Sus primeras narraciones destacaron por el empleo de una prosa culta, con un hábil manejo de la metáfora y rica en matices intelectuales: ejemplo de ello son los relatos de Cazador en el alba (1930), obra a la que habían precedido novelas de signo más realista como Tragicomedia de un hombre sin espíritu (1925), Historia de un amanecer (1926) y Medusa artificial (1927).
Durante su largo exilio en América fue profesor de derecho y sociología, y en esos años se interesó por los temas propios de su especialidad, como los muestran obras como su Tratado de sociología (1947). Los problemas derivados de la masificación social constituyeron otro aspecto que captó su atención científica, y le llevaron a una intensa actividad como conferenciante por las principales universidades del continente.
El largo paréntesis de silencio narrativo concluyó en 1949, con la aparición simultánea de dos títulos que marcaron el inicio de su etapa de madurez: La cabeza de cordero y Los usurpadores, obras en las que se apuntan vivas preocupaciones de tipo ético. El autor hace gala de su ironía y capacidad para la parodia tanto en las obras mencionadas como en dos novelas de ambiente hispanoamericano: Muertes de perro (1959), denuncia de las dictaduras, y El fondo del vaso (1962), continuación y complemento de la anterior, así como el libro de relatos Historia de macacos (1955), que sobresalen por su carga moral y sarcástica, en que lo grotesco alcanza límites insospechados en su obra anterior.
La generación del 48.
Se conoce como Generación del 48 en la literatura dominicana al grupo de poetas compuesto por Máximo Avilés Blonda, Ramón Cifré Navarro, Abel Fernández Mejía, Lupo Hernández Rueda, Juan Carlos Jiménez, Rafael Lara Cintrón, Alberto Peña Lebrón, Luis Alfredo Torres, Rafael Valera Benítez, Abelardo Vicioso y Víctor Villegas, que dio a conocer sus primeros escritos en la Sección Escolar del periódico El Caribe, dirigida por María Ugarte en mayo de 1948. El primero en publicar fue Máximo Avilés Blonda; luego, Rafael Lara Cintrón, Alberto Peña Lebrón, Abel Fernández Mejía, Abelardo Vicioso y Lupo Hernández Rueda. El nombre de Generación 48 dado a estos poetas surgió cuando el escritor español Leopoldo Panero, interesado por lo que él bautizó como "uno de los brotes poéticos más prometedores con que cuenta hoy la poesía general de habla española”, cuestionó a Máximo Avilés Blonda acerca del nombre del grupo y de la producción de éste. Generación del 48 fue la respuesta de Avilés Blonda, quien al no encontrar una salida apropiada a la inesperada pregunta de Panero, rememoró la fecha de la primera publicación de la Sección Escolar del periódico El Caribe, dirigida por María Ugarte.
No todos los cuarentiochistas aceptaron el nombre de Generación del 48. Víctor Villegas, por ejemplo, prefirió el calificativo de Generación Integradora, debido a que el objetivo de éste era integrar lo dominicano a lo universal. Valera Benítez, entre tanto, sugirió el nombre de Genera-ción de post-guerra, en referencia directa a la Segunda Guerra Mundial que había concluido poco años antes. El nombre de Generación del 48 fue controversial desde su origen. Marcio Veloz Maggiolo dice que los poetas del 48 "no representan realmente una generación" (Cultura, teatro y relatos en Santo Domingo, 169). Diógenes Céspedes y Alberto Baeza Flores coinciden en llamarlo Grupo del 48. Más severos aún son Tony Raful y Pedro Peix cuando dicen: "Presuntuosa y desmedida es la denominación de Generación del 48 con que osaron bautizarse un grupo de poetas que advino a la poesía dominicana a finales de la década del 40" (El síndrome de Penélope en la poesía dominicana, 33). La mayoría de los críticos descartan la denominación de Generación del 48 aplicado al Grupo del 48 por sus propios integrantes.
Según Lupo Hernández Rueda, uno de los principales miembros de la agrupación, "los poetas del 48 aprovecharon la universalidad de la Poesía Sorprendida y el nacionalismo de los In-dependientes del 40 para producir una poesía de testimonio, esencialmente política, que recreando la historia, buscando nuestras raíces sociológicas, redescubre y afianza el paisaje nacional, canta al hombre y su destino transmutando en la palabra nuestra realidad en sus dimensiones humanas y universales"( La generación del 48 en la literatura dominicana, 50). Por otro lado, Antonio Fernández Spencer asegura que el grupo es portador de un "nativismo" o "nacionalismo" que lo identifica con la poesía de Incháustegui Cabral. Y Freddy Gatón Arce dice que los cuarentiochistas no aportaron nada en materia literaria (Muestra de ensayos de la generación del 48, 15). Los cuarentiochistas no tuvieron una revista literaria ni ningún medio de comunicación propio para difundir su producción, pero, en cambio, crearon la colección El Silbo vulnerado y aprovecharon las solapas de los primeros libros publicados para difundir los ideales y las metas del grupo.
Generación del 60.
La República Dominicana vivió una situación política muy difícil entre 1961 y 1978. Durante ese período ocurrieron varios hechos históricos que cambiaron abruptamente el pensamiento político-social y el curso del quehacer cultural y literario del país. Entre ellos se destacan:
a) la muerte física de Trujillo, que de ningún modo significó la desaparición de la sombra del tirano,
b) el ascenso de Juan Bosch al poder, en febrero de 1963, y el inesperado golpe militar que lo derrocó siete meses después, c) la Guerra de abril de 1965, que dejó como resultado nefasto la segunda ocupación militar norteamericana en la República Domini-cana y,
d) la elección de Joaquín Balaguer como presidente del país, quien fue intolerable con los que continuaron luchando por los principios libertarios enarbolados por los forjadores de la Revolución de abril de 1965.
Los acontecimientos políticos ocurridos entre 1961 y 1965 sirvieron para que la juventud de entonces expresara libremente todo lo que la tiranía trujillista le había impedido decir. La poesía fue uno de los principales recursos utilizados por esos jóvenes para exteriorizar sus inquietudes políticas y sociales y para combatir la corrupción que irrumpió en casi todos los rincones de la sociedad dominicana.
Los acontecimientos políticos ocurridos entre 1961 y 1965 sirvieron para que la juventud de entonces expresara libremente todo lo que la tiranía trujillista le había impedido decir. La poesía fue uno de los principales recursos utilizados por esos jóvenes para exteriorizar sus inquietudes políticas y sociales y para combatir la corrupción que irrumpió en casi todos los rincones de la sociedad dominicana.
El siguiente epigrama del poeta Luis Manuel Ledesma ofrece una idea del malestar general que sentía el pueblo.
En lo que a la poesía se refiere, hubo dos promociones importantes: la Generación del 60 y los Poe-tas de post-guerra. Pero como ambas guardan una estrecha unidad temática e ideológica, ya que se alimentaron de las mismas circunstancias históricas y, además, porque la diferencia cronológica entre dichos poetas es mínima, prefiero reunir ambas promociones bajo el nombre común de Generación del 60. Al momento de la muerte de Trujillo todavía estaban en pleno apogeo los poetas de la Generación del 48: Máximo Avilés Blonda, Lupo Hernández Rueda, Abelardo Vicioso, Víctor Villegas, Abel Fernández Mejía y otros. Tanto Víctor Villegas, inédito hasta 1972 cuando publicó su primer poemario, como Abel Fernández Mejía alcanzaron renombre a partir de la amistad y del trabajo colectivo que desarro-llaron con los integrantes de la Generación del 60 y Poetas de post guerra.
Fuente: Mitareahoy.blogspot.comAdemás de los poetas del 48 seguían vigentes los sorprendidos Franklin Mieses Burgos, Antonio Fernández Spencer y Aída Cartagena Portalatín, Freddy Gatón Arce, y los independientes de los 40 Pedro Mir, Manuel del Cabral y Héctor Incháustegui Cabral quienes continuaban escribiendo una poesía valiosa y en consonancia con las circunstancias políticas de la éppoca.